Y supongo que subestimamos el poder de la almohada porque invariablemente está ahí para apoyarnos y de mi parte se me había hecho un poco egoísta el no escribir de ella, al final de todo nadie compite con ella, es a quien le contamos nuestros problemas y curiosamente, aunque no los hablemos directamente la almohada parece tener un poder psíquico que le concibe escuchar nuestros pensamientos, es a quien le confesamos nuestras más grandes y negras acciones, creo que ni dios nos llegará a conocer tanto.
Un ejemplo en mi caso, que ignoro si les llega a pasar, es imaginarme a alguien, puede ser un amigo, tu pareja, algún familiar y hasta un desconocido, esto va a depender de tu humor del día y de quién te gustaría estar acompañado en ese instante - no es lo mismo llegar cansado y anhelar abrazar a tu pareja o bien llegar de una fiesta donde viste a la persona más sensual, sexy y apetitosa y tus únicos pensamientos son hacer el acto humano más divino o más repulsivo según cada persona.
Veras querido lector que casi puedo asegurar que te ha pasado. Llegar a la cama de un día pesado, que si bien no fue malo si fue la pauta para que al amanecer sea un pésimo día, recostarte lentamente dejando que el cuerpo se adapte a la cama y está a su vez de tu peso hasta caer sobre tu almohada, sentir como rosa en tus mejillas y luego suspirar y pensar en esa persona que te haría un poco más cálida y afable la noche. Sé que no lo podrás negar, por mi parte te puedo decir que han pasado muchas personas, casi todas del sexo femenino a excepción del fallecimiento de mi abuelo, meses en los que a mi almohada le llame “Tico”. Te puedo decir que hasta tu mismo, querido lector has pasado por esa almohada, y no es para que te asustes y te sientas hostigado, deja explicarme mejor:
La noche de hoy al acostarme curiosamente ninguna persona vino a mi mente, momento en el que note que hoy mi almohada tenía su propia identidad y quería que la conociera. Es un momento tan embellecedor el ver a tu almohada como realmente es, sin nombres o caras, simplemente una almohada, así que decidí en ese mismo instante escribir sobre uno de los objetos más preciados del hombre. Mientras replanteaba la idea en voz alta, mi almohada pasó a ser alguien más, paso a ser el lector de este escrito…