31.3.10

Vive - Pablo Neruda

Hoy compartiré uno de los versos, que si me preguntan es de lo más hermosos jamás escrito, un poema sencillo sin palabras burdas ni gramática compleja, un arte que ni pintada ni cantada hubiese quedado mejor, una carta fastuosa llena de pureza y honestidad, unas palabras que logran llenar de ánimo el corazón y de fortaleza el espíritu, un mensaje sencillos para quién le teme a la muerte y, a veces, se ha olvidado del corto tiempo de la vida…

Querido Amigo:

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee, quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.

Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días los mismos trayectos,
quien no cambia de marca,
quien no se atreve a cambiar el color de su vestimenta
o bien no conversa con quien no conoce.

Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones,
justamente estas que regresan el brillo
a los ojos y restauran los corazones destrozados.

Muere lentamente quien no gira el volante cuando esta infeliz
con su trabajo, o su amor,
quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir detrás de un sueño,
quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida,
huir de los consejos sensatos...

¡Vive hoy! ¡Arriesga hoy! ¡Hazlo hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡NO TE IMPIDAS SER FELIZ!

Pablo Neurda

5.3.10

Sirveme la copa rota....


Estoy empezando a sentir cierta apatía; un deseo de maldad aberrante e insaciable. Siento un poco de odio, y empiezo a extrañar el sabor de mi sangre en mi copa rota.

Empiezo a odiar las noches que se han vuelto un martirio constante,

empiezo a odiar las películas nocturnas en la televisión por cable,

empiezo a odiar el agua fría que sale antes de meterme a bañar,

empiezo a odiar aquellos pantalones que no me cierran como antes,

empiezo a odiar a Iñaki y sus noticias fatalistas por el radio,

empiezo a odiar las escaleras que tengo que subir para subir a los salones y aún más los salones mismos,

empiezo a odiar los comentarios de mis compañeros,

empiezo a odiar como se ve el azul en el pintarrón - empieza a agradarme más el rojo: hoy me vestí de rojo -,

empiezo a odiar las preguntas estúpidas,

empiezo a odiar los cambios de salones constantes,

empiezo a odiar las calificaciones y las inasistencias,

empiezo a odiar el sistema de préstamos de la biblioteca,

empiezo a odiar las tardes de los viernes,

empiezo a odiar el que no encuentre estacionamiento cerca de las instalaciones,

empiezo a odiar mi llavero,

empiezo a odiar el velocímetro, el tacómetro y el trafico,

empiezo a odiar los semáforos,

empiezo a odiar mi cuarto, mi cama y mi almohada...

entré al baño y me di cuenta que en realidad, empezaba a odiar al del espejo...

Extraño, como canta Andres Calamaro, la copa rota…

2.3.10

Teoría 1; Personalidad del yo cambiante.

El conocimiento intrínseco de la persona ha sido de suma importancia a través de la historia y ha sido estudiada desde los primeros filósofos. Se ha dado esta curiosidad desde los tiempos más remotos de la humanidad para tratar de conocernos a nosotros como ente y así comprender mejor la razón de nuestra existencia. Desde Tales de Mileto, con su filosofía milesia, en el siglo VII, a.C., hasta Tomás Kuhn en nuestro siglo con su teoría de la posmodernidad, se ha tratado de conocer y comprender al ser como individuo y al ser como sociedad para entender la razón y fin de este "dios en potencia".

Actualmente, en la primer década del Siglo XXI, la comunicación entre los seres se ha potencializado de una forma sin precedencia y día con día esta comunicación se multiplica por uno punto ochenta y tres por ciento - en otras palabras - en promedio estamos conociendo o conviviendo diariamente a 1.83 personas que no conocíamos con anterioridad. Lo que lleva a tener un intercambio de ideas y culturas que afectan directamente al ser, cambiando constantemente sus gustos, ideas y cultura.
¿Quién soy?, la pregunta que muchas veces ha atormentado el sueño de aquellos que buscamos una respuesta, aquellos que tentamos el entendimiento, nosotros vanidosos del conocimiento; y sabemos que para responder esa pregunta debemos conocernos y ser honestos, solo así conoceremos nuestra circunstancia y así poder mejorarnos como nos enseña Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.

Es indispensable, para el entendimiento y para la filosofía, la honestidad del ser y con esta la aceptación de lo que nos hemos convertido, conocernos por medio de la introspección; en la cual muchas de las veces encontraremos un yo que no queremos, tratamos de ignorarlo y olvidarlo, siendo así la primer obstáculo al conocimiento y entendimiento de nosotros como ente y como ser. Es importante que recordemos que el cambio es constante y que muchas de las veces nos afecta el mundo externo y nos atrae a pensar de cierta manera; la misma compañía y familia nos lleva muchas veces al cambio. Este cambio lo debemos de aceptar tal y como es, el tratar de entenderlo hará que de forma conozcamos mejor nuestra toma de decisiones y el porqué de ellas; por otra parte el tratar de negarnos a nosotros mismos y el de ignorar el cambio al cual nos expusimos conlleva a la depresión tan común en los jóvenes de hoy.
Día a día se ve el aumento alarmante de la depresión en jóvenes y en parte se atribuye a la negación de la persona.
Constantemente, por miedo a encontrar un nuevo yo al que el ser se niega, se tratan de imitar los antiguos gestos y costumbres, así ignorándose a sí mismo y ocasionando un estado de desanimo e inconformidad, de hecho el tratar de encontrarse a uno mismo es un problema que se ha estudiado con anterioridad y ha salido a relucir una teoría un poco imprecisa: la psicología de la gestalt, en esta corriente los psicólogos creían que el pensar para resolver un problema era el conocimiento de la persona hacia el mismo; el conocer otros puntos de vista y el ser empático con distintas situaciones que rodean nuestro entorno nos hace ser conocedores de otra perspectiva que podemos manejar, así nosotros vamos a estar en constante aprendizaje cognoscitivo.

Y entonces, ¿cómo conocernos? Conocernos no es el simplemente querer conocernos, sino el también buscar una manera de hacerlo. Al resolver problemas podemos conocer mejor nuestra forma actual, ¿qué estamos haciendo para resolver el problema?, ¿porqué la postura que tengo?, ¿qué quiero lograr al finalizar este problema?, ¿qué métodos o medios he utilizado para salir adelante?, ¿trato de salir adelante?... El analizar la forma en que solucionamos un problema nos ayuda a entender el yo actual, ya que en presiones de estrés y agotamiento tratamos de resolver las cosas a nuestra manera y de la forma que creemos mejor y más rápida.

Una vez que el ser se acepta, es indispensable ver qué tipo de razonamiento y lógica guía a la persona, esto lo describe mejor Sylvia Scribner, en donde menciona que la lógica tiene que ver con la educación recibida, a continuación postulo un experimento que realizo en 1997, en una tribu africana occidental llamada Vai, donde les pidió que contestarán de forma lógica.

Todas las mujeres que viven en Monrovia están casadas.
Kemu no está casada
¿Vive Kemu en Monrovia?
Respuesta: Sí, Manorovia no es para una sola clase de personas, así que puede vivir ahí.

Como podemos observar, el argumento no es lógico, pero si tiene un fundamento razonado. El individuo ignoro el primer enunciado y trata de dar una respuesta basada en algo que él sabe, cualquiera puede vivir en Manorovia. A partir de aquí podemos pensar que no somos inherentemente lógicos. Por lo tanto es de suma importancia que cada ser conozca su forma de razonar y el porqué de sus decisiones.

A partir de nuestro conocimiento lógico, y nuestros gustos podemos desarrollar una idea general de quienes somos, que nos gusta, y como actuamos. Aprenderemos a aceptarnos como somos y a vivir con esa idea. Solamente en el constante conocimiento de una persona podremos encontrar la tranquilidad, el conocer mejor nuestro sentido de vida y cambiarla cuando sabemos que es tiempo de hacerlo, es el vivir en conocimiento de nosotros como ser individual, el manejar las emociones y conocer nuestros cambios naturales como persona. Solo así, encontraremos la felicidad en lo que hacemos, solo en la aceptación del yo, del constante conocimiento del yo cambiante

*OMITO BIBLIOGRAFÍAS, SI ALGUIEN LAS NECESITA POR FAVOR DE CONTACTARME

Una pregunta en clase...


-Francisco, entonces dime qué entendiste del tema.
¡Del carajo!, realmente no tenía una mínima idea de lo que estaban hablando y el maestro no solo esperaba una simple respuesta, esperaba toda una crítica social y un despecho objetivo por la humanidad, y yo, no sabía de que se estaba hablando. Medio trate de recordar los temas pasados o alguna idea general que pudiera darme una pista de lo que tenía que responder pero fue malogrado.
-Perdón, ¿cuál fue la pregunta?, respondí.
-Estamos en clase de filosofía psicológica y hablábamos sobre la tranquilidad humana, pon atención. Tu compañero Javier menciono que la tranquilidad es una virtud de los ignorantes y que, la tranquilidad radica en estar satisfecho de lo que uno ha hecho en determinadas ocasiones.
-Perdón, prestaré más atención a la clase y al final le diré que pienso.
La clase prosiguió y me hundí en un mar de pensamientos; ayer un tormento de emociones pasaron por mi cama, no sé si fue sueño o realidad, pero sé que no descanse.

Recuerdo estar acostado, esperando a que el celular sonara, pero solamente cambiaban los minutos, fue una noche tan larga de luna llena y despejada cuando supe que lo mismo era una llamada pérdida a un centenar; en sí el árbol no cae si nadie le escucha. Entre mis vagos recuerdos de la noche, una voz me preguntaba sobre la aspereza de mi alma, me dijo que estaba conociendo el otro lado de la vida; la muerte. "Te guiare como a mí me guiaron, más no confundas las cosas, pero ahora no diré nada, ya todo lo he dicho y en ti encontraras respuesta que quieras buscar, yo solo te guio, no te explico", me dijo esa persona que se me hacia tan familiar, ese rostro ya lo había visto.
De pronto cruce una puerta de hierro con la inscripción Mansión de los Justos, en seguida entendí que había pasado. Entrando en la segunda puerta me recibió Minos con una pérfida sonrisa, Espero verte pronto, ¿Qué se hace en esos casos?, ¿regresas la sonrisa?, pero mientras me apresuraba por dar una respuesta creí verme. A lo lejos jalado por un torbellino de soledad, donde la tristeza y la desesperación hacen perder esperanza de todo hombre, estaba sola esa alma, sufriendo una eternidad. Seguimos caminando, y no pude percibir si bajábamos o subíamos. Llegamos a una fosa, lugar de soberbios, envidiosos, donde el olor era insoportable, imposible no vomitar, sentía unas nauseas inmundas, todos se revolcaban en fango lleno de eses y desperdicios, mientras Cancerbero se encargaba de los látigos; suplique por salir de ahí, mi cuerpo no aguantaría un paso más dentro de ese círculo.
Caminamos un tramo largo por los pasillos más nauseabundos que uno puede imaginar, donde se escuchaba el eco de unas risas y burlas, el olor no mejoraría y se dificulta un poco el caminar, se que ya no hay vuelta atrás. Llegamos a una habitación grande, lleno de personas todos burlándose unos de los otros, aprovechando el defecto de los otros para transformarlos en risas; entré y todo cayo, bastaron escasos segundos para que me empezaran a señalar y la burla fue general, me aventaron todas cuantas almas pudieron, encontraron todos mis defectos y los sacaron a luz, el sonido era abrumado y sentía como me hacía más pequeño, al salir del cuarto mi tamaño era irrelevante. En la quinta puerta, sufrían los orgullosos, los materialistas y los libres pensadores, sentenciados a sufrir en las peores condiciones, el castigo de Midas.
Ahora, dijo Dante, no hay vuelta atrás, el verdadero infiero. Y así entramos al castigo de los herejes, sepultados en fuego vivo, donde las brasas se convertían en tu cama y las llamas del fuego cobijaban tu descanso, donde el grito de un alma lo había escuchado antes salir de mi boca, y aun con lagrimas en ojos y sin aliente alguno entramos en el séptimo circulo, donde el Minotauro nos ayudo a cruzar el río de sangre, mientras me decía que no tenía caso ver las tres fosas de este círculo, a mí solo me correspondía una, la fosa dos, donde los violentos atacan sobre sí mismo ¡y aquí les damos placer!, pues cortaran sus venas cuantas veces quieran, se aventaran de precipicios tan altos como gusten y pasando los círculos anteriores, tendrán el placer de hacerlo de nuevo, jamás podrán detenerse, eso te lo aseguro. Bajamos de la balsa y en la fosa, en una división sola y abandonada había una copia de Fausto y un poco de cianuro, donde decía en letras grandes escritas con sangre, qué por alguna extraña razón supe que era mía, Francisco Javier Miranda Alcaraz, el condenado a todos los círculos, bienvenido. No sé cuánto tiempo paso hasta que recobre la vista y pude observar desde lo alto diez fosas más, donde las almas sufrían en aceite hirviendo, asfixiados en fuego y azufre, arrojados a agua helada con serpientes en busca de tu carne, desprendían partes de tu cuerpo y los aventaban a las fosas, cada una sentía un castigo diferente, luego cambiaban de fosa. A lo lejos se percibe un brazo con una cicatriz, que sabia como se había generado. Tus últimas tres eternidades, este es el noveno circulo. Y ahí entre a un cuarto reducido, comprimido por cuatro paredes de hielo, en una el arquitecto de Babel en otra; Virgilio. Quedan dos, dijo Dante, y sé que una es para mí, aquí pasaras una de tus tres eternidades. La otras dos la pasaras al final del pasillo, pero ahí yo no te puedo acompañar, yo empezare ya mi propia eternidad. No sé como llegue al final, no sé si camine, si nadie, si flote, solo sé que llegue, y ahí el antagónico de Dios; Lucifer, masticando como muñeco de felpa a Judas, y con una voz que sangro mis oídos dijo, ya han pasado suficientes eternidades para que pueda hacerte un espacio en mis entrañas, sus ojos penetraron en mi alma y sentí un vacío que jamás podre volver a olvidar, un vacío que marcará mi vida, y cuando me vean pasar murmuraran, él fue marcado por Lucifer en persona. Y ahí, a lado del demonio mismo, un espacio, un reposadero a lado de aguas frías y cristalinas, un epitafio que dirá, nueve círculos, nueve eternidades, un solo espectador, me senté en el reposadero y entendí, podía verme en cada uno de los círculos, podía sentir cada uno de los castigos, mi alma ahora era el infierno mismo, descripción de eso, no existe, quede doblemente marcado. Escuchando las mordidas de Lucifer, oliendo tantos olores tan repugnantes, con el sabor a azufre en la boca y el sentir de todos los castigos, sólo ahí, en medio del todo y la nada, baje mi mano y roce esa agua fría, y quede tres veces marcado. ¡Leteo!, y en ese momento, en ese río que se comunica con el purgatorio, encontré mi esperanza, una esperanza de algún día poder escaparme por esa pequeña grieta, una esperanza que hacia soportable todo aquel infierno, un lugar donde poner mi fe.

-Francisco, ya tienes respuesta a la pregunta.
-Para estar tranquilo hay que haber estado intranquilo, saber qué es eso, es poder ver las cosas desde otra perspectiva y no hundirse en un problema, el estar tranquilo, consiste en tener aunque sea, un poco de esperanza.
-Es la respuesta más idiota que dijeron en la clase, pero es respetable, y dime ¿Qué esperanza tienes?
-De que despierte de este sueño, y escuche de nuevo un te quiero.
La risa fue general, recibí criticas y burlas, pero al final ¿qué más daño me pueden hacer?...